martes, 26 de febrero de 2008

ECONOMÍA ESPAÑOLA

La economía de España, al igual que su población, es la quinta más grande de la Unión Europea (UE) y en términos absolutos la octava economía del mundo. En términos relativos o de paridad de poder adquisitivo, se encuentra también entre las mayores del mundo. Actualmente, y desde la crisis de principios de los 90, la economía española se encuentra en un período de crecimiento.


En 1959 el nuevo gobierno elaboró el Plan de Estabilización , que se marcaba como objetivo la estabilidad económica, el equilibrio de la balanza de pagos y el robustecimiento de la moneda, el plan supuso por una parte liberalización de la economía y por otra parte austeridad, recortar el gasto público, disminuir el grado de intervención del Estado en la economía y abrir la economía a las empresas e inversores internacionales. El plan tuvo un éxito inmediato para contener la inflación y rehacer las reservas de divisas, en contra el crecimiento se frenó desde 1958 hasta 1960, mientras se operaba el reajuste.

Con estos antecedentes el Gobierno español decidió elaborar un programa de desarrollo. Todas estas medidas tomadas provocaron una larga etapa de expansión económica que duró hasta la crisis del petróleo de 1973.

En estos años, la industria ganó importancia en España, así como el sector terciario (un ejemplo es el turismo), provocado por este desarrollo industrial, los ciudadanos de las zonas rurales emigraron a las ciudades (principalmente hacia Madrid, Barcelona y Bilbao), creando suburbios dónde las condiciones de vida eran muy precarias. Esto causó una gran diferencia entre las regiones españolas, pues las más industrializadas, caso de País Vasco, Comunidad de Madrid y Cataluña, estaban mucho más desarrolladas que otras donde este proceso había sido prácticamente irrelevante y continuaban con una estructura económica basada en el sector primario, como fue el caso de Extremadura.

La entrada de España en la Comunidad Económica Europea (CEE) predecesora de la UE, el 1 de enero de 1986 fortaleció en definitiva el impulso económico iniciado. La entrada requirió que el país abriera su economía, con un fuerte incremento de la inversión extranjera en España y un impulso modernizador de la empresa española con la competencia exterior. También se produjo un incremento de las inversiones públicas en infraestructuras entre las que se encontraban las relativas a los fastos del 92, Olimpiadas de Barcelona y Exposición Universal de Sevilla. Se produjo un tirón del consumo motivado por un efecto enriquecimiento provocado por la subida de la Bolsa y del valor de los inmuebles. Con esto, España aceleró el crecimiento de su PIB, redujo la deuda pública, redujo la tasa de desempleo del 23% al 15% en 3 años y redujo la inflación por debajo del 3%. Los retos más importantes para la economía española incluyen la reducción del déficit público, una mayor reducción de la tasa de desempleo, la reforma de las leyes laborales, la reducción de la inflación, aumento del rendimiento y la productividad y el aumento del PIB per cápita.

Después del gran crecimiento experimentado a finales de los años 1980, la economía española entró en recesión a mediados de 1992. Desde 1992 la política económica estuvo marcada por el Acuerdo de Maastricht dirigidos a la instauración del euro como moneda común de la Unión Europea. Las medidas que suponían el control de la inflación y del déficit público.

La economía se recuperó a partir de 1995, conducida por un aumento de la confianza de los consumidores y un aumento del consumo privado, aunque este crecimiento ha sido menor en los últimos años. El paro sigue siendo un problema para los españoles (en 2005 la tasa de desempleo fue del 8,5%), pero aun así esto es una mejora con respecto a niveles anteriores. La devaluación de la peseta a lo largo de los años 1990 hizo más competitivas las exportaciones, pero la fuerza del euro desde su adopción (a principios de 2008, un euro se ha llegado a cambiar por 1,50 dólares estadounidenses) plantea dudas sobre si los precios de las exportaciones son demasiado altos para los compradores extranjeros. Sin embargo, esto se ha visto compensado por la facilidad del comercio entre los países de la zona euro y las nuevas relaciones de España con Iberoamérica y Asia.

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